Pentecostés
La Pascua de este año estuvieron celebrándola con nosotros, en el Seminario de Astorga, algunos seminaristas menores de la Diócesis de Lugo. Fueron unos días muy intensos en los que hicimos nuevos amigos, que tienen en común con nosotros que están descubriendo cómo Dios les llama al sacerdocio.
El pasado Domingo, veinticuatro de mayo, Solemnidad de Pentecostés, volvimos a encontrarnos para tener un día de convivencia juntos. Ellos periódicamente tienen un “día de campo”, que en esta ocasión fue entre nosotros. El programa del día fue el siguiente: nos encontramos en Villafranca para celebrar la Eucaristía en la Iglesia del Convento de San José, con las Hermanas Agustinas y algunos de los chicos que viven en su residencia. A continuación, paseando por la Calle del Agua, llegamos a La Anunciada, en cuya Iglesia cantamos el regina coeli; a continuación saludamos a las monjas en el coro y acabamos en el panteón, rezando ante la tumba de Sor Celina del Niño Jesús, religiosa que falleció en ese monasterio en mil novecientos sesenta y dos y cuyo proceso de canonización está abierto.
De Villafranca nos fuimos al lago de Carucedo para comer allí y disfrutar de la naturaleza. Era un día primaveral, con una temperatura estupenda, y con unos amigos geniales: más de cuarenta seminaristas y cuatro sacerdotes. Allí comimos nuestros bocadillos y exploramos el terreno. Cuando acabamos, nos fuimos al pueblo de Médulas para hacer un recorrido por el yacimiento aurífero romano. Recordamos la técnica de extracción de oro y se la explicamos a los lucenses, que estaban asombrados de cómo se había llevado a cabo la modificación del medio ambiente. Acabado el recorrido, nos despedimos y ellos regresaron a Lugo en un autobús nuevo, ya que se había averiado el que los llevó, y nosotros volvimos a Ponferrada, al Seminario, para terminar el Domingo de Pentecostés, como cada día de mayo, con el Rosario por el patio.
¡Gracias, Lugo, por la visita!
