Llegaron los Reyes
Inmediatamente después de las vacaciones de Navidad, tuvo lugar el encuentro de todo el Seminario Menor: seminaristas internos, en familia y, esta vez también, preseminaristas y algunos nuevos amigos que se han acercado a conocer el Seminario. Esto tuvo lugar el fin de semana del ocho al diez de enero de dos mil dieciséis.
Ese viernes habíamos vuelto a clase, así que los deberes no abundaban. Por la tarde, comenzaron a llegar los seminaristas “en familia” y los preseminaristas, que habitualmente no vienen los viernes. Tuvimos el ensayo de cantos y celebramos la Eucaristía que presidió Don José Antonio y en la que predicó del regreso de los Sabios a Oriente y de nuestra vuelta a la vida real después de las vacaciones, transformados por el encuentro con Jesús Niño.
Después de la cena, fuimos a la sala con nuestras notas, y Luis nos llamó al despacho del Rector. ¡Menuda risa! Aquella sala se había transformado en el salón de un Rey Mago con su paje. Éste tenía un juego de preguntas y respuestas sobre cosas de la fe, y, por cada respuesta acertada, te daba un código raro de letras y números. Acabadas las preguntas, el Rey entregaba los regalos según los códigos de cada uno. Hubo chaquetas con el escudo del Seminario para todos y luego: peines, cepillos, relojes, cinturones, tazas, jerséis, maquinillas de afeitar, maletas, agendas… Se nota que los Reyes saben bien lo que necesitamos cada uno. Al acabar esta simpática e inesperada cabalgata, terminamos con la oración de la noche en el oratorio.
Nos sorprendió, dicho sea de paso, que, el jueves, al llegar, sólo había al pie del árbol y del pesebre un paquetito para cada uno que contenía "el Evangelio de cada día", y nada más. Nos parecieron escasos los Reyes de este año, pero no contábamos con la noche del viernes.
El sábado comenzó con el desayuno y la oración de Laudes, y, a continuación, el arreglo de habitaciones, el tiempo de estudio y los turnos de oración personal, de dos en dos, en la Capilla. Al final de la mañana, hicimos dos grupos de lectura: los más pequeños leyeron unas páginas del libro "El Papa Francisco nos habla de la misericordia", y los mayores algunos capítulos de "El día que cambié mi vida"; al acabar, rezamos el Rosario. Siguió la comida, en la que llegó, con Don Enrique, el regalo del Seminario Mayor al Menor: una palomitera. El tiempo de sala con juegos de mesa y ordenador, la visita al Santísimo y el deporte, la merienda, las duchas. Y salimos para Folgoso, a ver el Belén, y, desde allí, a Cabañas Raras, en una tarde de lluvia. Llegamos al Seminario para la hora de la Misa, a continuación cenamos y luego vimos juntos una película de "Mortadelo y Filemón". En esa noche, también el Seminario Menor entregó al Mayor su regalo de Reyes: un juego de manteles para el altar del nuevo oratorio. La Salve puso fin a este día.
El Domingo arrancó como otro más. Después de Laudes, quedó el Santísimo expuesto en la Capilla y, en parejas, hicimos nuestros turnos de oración. Mientras, hubo tiempo de estudio, y, cuando recibimos la bendición, tuvimos un momento de catequesis antes de comer. Después de la comida, hubo juegos en la sala y, a las cinco, comenzaron a llegar nuestros padres. Media hora después, comenzó la celebración de la Eucaristía en la Solemnidad del Bautismo del Señor. Tras la acción de gracias de la Misa, llegó el tiempo de la merienda, a base de rosca y roscón de reyes, y la tertulia. Don José Antonio nos recordó el próximo encuentro del Seminario, que serán los Ejercicios Espirituales, y les dijo a nuestros padres que el Domingo de los Ejercicios, para ellos, sería también un día de retiro.
Para la Misa con las familias y el encuentro posterior, Don Juan Antonio, nuestro Obispo, había anunciado su presencia, que no fue posible por el funeral del Rvdo. Sr. Don Felipe Tostón. A través del Rector, el Señor Obispo, nos hizo llegar su saludo y su ánimo.
Os pedimos que sigáis rezando por el Seminario, para que crezca y se consolide.
Gracias.
Los Menores.
