Ejercicios de los Pre-seminaristas
Los pasados días del 19 al 21 de febrero tuvieron lugar los Ejercicios Espirituales para jóvenes en el Seminario Mayor de Astorga, en el cual nos juntamos un grupo de 57, divididos en cuatro grupos: pre-seminaristas, adolescentes, niñas y jóvenes. Mi compañero Antonio (seminarista mayor de 4º) y yo impartimos la tanda a los más pequeños (a los 6 pre-seminaristas), con el lema Imitad mi Corazón, y, la verdad, es que ha sido una experiencia muy bonita.
El viernes por la tarde, el tema de la meditación fue “Creados para un fin, engañados por el mal”, en la cual descubrimos la maravilla que es ser criaturas de Dios y el gran amor con que nos creó y cómo el pecado nos mancha y rompe esa amistad, pecados que cometemos por culpa del demonio que intenta colarnos el mal bajo apariencia de bien. A la noche, después de la cena, tuvo lugar la Celebración Penitencial, en la cual pudimos confesarnos todos. Después de esto, comenzamos a ver la primera parte de la película Prefiero el Paraíso, que trata sobre la vida de San Felipe Neri.
La mañana del sábado la dedicamos para a meditar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, el nacimiento de Jesús y la vida privada del señor, cuyo tema central fue la obediencia y la docilidad. En esta charla vimos algunos tipos de obediencia y desobediencia que se nos cuelan en nuestra vida. Ya por la tarde, reflexionamos la vida pública de Cristo y la vocación, con la llamada a los primeros discípulos. Esto nos sirvió para darnos cuenta de que el Señor nos llama a una misión en este mundo y que, entre esas posibilidades, también cabe el sacerdocio. A mediodía, la Santa Misa y, por la tarde, preparamos el Santo Rosario y nos fuimos a rezarlo a la muralla. Este fue un momento distinto, ya que todo el mundo nos miraba, y con ello estábamos dando testimonio de nuestra fe, delante de todos los que pasaban, rezando en alto y con nuestros rosarios en la mano. Finalmente, por la noche, tuvimos un momento muy especial: la vigilia, en el que los textos, los silencios y el canto nos ayudaron a rezar. Terminada la vigilia, quedó el Santísimo expuesto hasta la 01:30 de la madrugada, para todos los que quisieran quedar rezando.
En nuestro último día, el Domingo, vivimos los momentos fuertes de la vida de Jesús. Por la mañana leímos y meditamos la pasión del Señor: cada gota de sangre derramada ha sido por mí. A media mañana nos fuimos a rezar el Viacrucis y, a la vuelta, tuvimos un momento de oración ante la Cruz. Por la tarde, nos alegrábamos con la resurrección del Señor y terminábamos todos los grupos juntos, en la Capilla Mayor, celebrando la Eucaristía de clausura.
Doy gracias a Dios por estos días en los que me ha permitido unirme más a Él y por haber confiado en mí para hablar a estos niños. Ha sido una experiencia maravillosa y que estoy seguro de que el Señor hará brotar abundantes frutos; tal vez yo no los vea, pero sé que los hará brotar.
Luis Fernández Olivares
Seminarista en Etapa Pastoral