Peregrinación a Fátima

PEREGRINACIÓN DE JOVENES A FÁTIMA 2015

CAMINO SEGURO A CRISTO

El día 14 de febrero comenzó todo. Llegamos de mañana a Leiria, una ciudad muy cercana a Fátima, donde se organizaron y juntaron los grupos por primera vez. Nuestro grupo lo formaban jóvenes de toda España: andaluzas, barceloneses, pamplonesas, vallisoletanos, toledanos,… Nos presentamos, preparamos la organización del grupo  y, con las pilas cargadas, comenzamos a caminar. Tras un buen tramo andado, paramos para reponer energías y, al disponernos a continuar, nos encontramos con la lluvia, el viento y el frío. El camino se hizo más largo de lo que parecía. Pensaba en ese momento lo bien que estaría en mi casa, sin frio, seco y cómodo. Cae la noche y seguimos en camino y, cuando en lo único que piensas es en acabar de una vez para descansar, asoma entre las casas una cruz iluminada sobre una gran corona, encumbrada en la cima del santuario; ahí lo entiendes todo. Te olvidas del frío, la humedad y el cansancio y solo tienes ganas de acercarte a saludar a María. Cuando entré en el santuario y vi la imagen de la Virgen en la Capelinha, parecía haberse parado el tiempo, estábamos solos, Ella y yo. Todo el esfuerzo ha merecido la pena.

Comienzan las actividades en grupo, los bailes, la música, la cena; y empiezas a descubrir la esencia de Fátima.

El domingo, 2º día, tuvimos catequesis, visita a los lugares de las apariciones, y muchas actividades con y entre los grupos. Pero sin duda, lo especial fue la velada en la Capelinha. El silencio y los rostros emocionados lo decían todo. Es el momento de poner todo en manos de María, de consultar, rogar y agradecer. No hay palabras para describir este momento, de modo que si las hubiera, todos los que no hayan ido a Fátima hasta hoy, lo apuntarían en su agenda como algo urgente.

Llega el 3º día y aquello que al comenzar la peregrinación se me hacia eterno, parecía ahora que volaba. El Vía Crucis de la mañana nos ayudó a comprender el dolor que padeció Cristo, tan importante para la Virgen, pues esta madre no abandona nunca a sus hijos. Caído el día, asistimos de nuevo a la Capelinha, cada vez, como si fuese la primera, pues cada una era más especial que la anterior. Por supuesto, las consagraciones a la virgen destacaron en la Eucaristía, parece que compartes la emoción de los nuevos consagrados. Después, el Rosario. La Capelinha se volvió un coro de Ave Marías y al acabar, la Virgen de Fátima entronizada, camino de la explanada. Una imagen lo dice todo, porque es necesario verlo para entenderlo: la Virgen María moviéndose en un mar de velas que le cantaban su himno.

Acabamos el día con una fiesta por todo lo alto, a modo de despedida de la peregrinación. Las oraciones ante la advocación mariana, cerraron la noche.

El martes por la mañana, nos despedimos de la Virgen en la Capelinha, que produjo en mí una sensación de tristeza al caer en la cuenta de que la peregrinación había tocado a su fin, y que me iba a alejar de la Virgen hasta el año próximo. Pero tú y yo sabemos que eso no es así. Puedes estar todo lo lejos que puedas de Fátima, que la Virgen María nunca va a dejar de interceder por ti, pues ya sabes que María es camino seguro hacia Cristo.

Esta entrada fue añadida el lunes, marzo 2nd, 2015 a las 5:17 pm y está clasificada como General. Puedes seguir cualquier respuesta a esta entrada a través del RSS 2.0 . No se permiten pings y comentarios.

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